Me encanta “Teresa”, la amo, la adoro, me hace sentir bien. ¿Por qué si no se trata de una telenovela de vanguardia como “Para volver a amar” o de un espectáculo rotundo como “Una familia con suerte”?
Porque me remite a los orígenes de este negocio, porque me confirma que el melodrama es hermoso, que sigue vigente, que tiene que ver con la emociones más íntimas de este país.
Ver “Teresa” es como regresar a los viejos tiempos, cuando las cosas eran más sencillas, entrañables.
La prefiero por encima de “Triunfo del amor”, de “Entre el amor y el deseo” y de muchas otras marranadas porque los responsables de esta producción se la tomaron en serio.
Ellos no se están burlando ni del género ni del público, están trabajando con el mismo rigor con el que Maricruz Olivier trabajó esta misma historia en 1959, con la misma pasión con la que Lucy Orozco la produjo en 1989.
Se nota en los parlamentos, en el diseño de personajes, en el trazo escénico, en la fotografía, en la escenografía, en la edición, en el vestuario, en la musicalización y en esos maravillosos temas de Gloria Trevi (“Esa hembra es mala”) y El Buki (“¿A dónde vamos a parar?”).
“Teresa” es una gran aportación en el contexto actual de las telenovelas mexicanas porque es un clásico y como clásico se le trató, como clásico se le respetó.
Ojalá todos los productores y todos los escritores hicieran lo mismo. ¡Gracias!
Y tiene muchas de nuestras obsesiones como país: el determinismo social, la falta de oportunidades para el desarrollo, la lucha de clases, la importancia de la familia y la dualidad de la mujer.
O son buenas, o son malas, pero no pueden estar en medio. ¡Qué grueso!
Por eso me interesa mucho ver en qué va a acabar esta historia el próximo domingo a las 20:00 por El Canal de las Estrellas porque, sea lo que sea, va a ser muy revelador de nuestra realidad emocional.
Mis respetos para José Alberto Castro, productor de esta telenovela, para Mónica Miguel y Alejandro Gamboa, los directores, y para Ximena Suárez y Julián Aguilar, los escritores.
Hicieron un gran trabajo de televisión popular y ni hablemos del milagro de la adaptación.
Yo mismo se lo escribí cuando arrancó este proyecto: ¿Cómo es posible trasladar a la realidad del siglo XXI una historia tan de los años 50? ¿De dónde van a sacar material si la anécdota de “Teresa” se acaba a las dos semanas de transmisión?
Bueno, pues quién sabe cómo le hicieron estos señores pero, sin perder el sentido de la propuesta original de la escritora Mimí Bechelani, perfeccionaron todo lo que pudieron y nos regalaron muchos momentos de inmenso placer.
¡Qué bárbaros! Siempre trabajaron con muy pocos actores, con poco dinero y siempre con situaciones impresionantemente sencillas, pero aún así, lo consiguieron, nos involucraron y nos emocionaron.
Qué padre trabajo de Angelique Boyer como ‘Teresa’. Qué bien manejó toda esta intensidad del melodrama, toda esta perversión, toda esta inocencia.
Sebastián Rulli ya no es sólo un galán, es un señor. Hizo una transición que me recuerda la de muchos grandes ídolos de la pantalla como Rogelio Guerra o como Julio Alemán.
El ‘Mariano’ de Aarón Díaz fue una exquisitez y, en general, aquello estuvo lleno de gente talentosísima.
Luis Fernando Peña (Johnny) me dejó como tarado, Cynthia Klitbo (Juana) me conmovió, Silvia Mariscal (Refugio) es una reina y Fabiola Campomanes (Esperanza) me confirmó que tiene una fuerza monumental.
No le sigo porque me voy a acabar la columna elogiando actor por actor, pero, por favor, haga un esfuerzo por estar con “Teresa” de aquí al final.
Los capítulos de los últimos días han estado de alarido porque todos los elementos dramáticos se han acoplado muy bien:
El tema de las leyes, el abogado bueno defendiendo al médico que también es bueno a pesar de que a ambos les gusta la misma mujer, la madre autoritaria que hará todo los posible para impedir que su hijo se case con una trepadora, la pareja humilde que quiere adoptar un niño en este país donde es tan difícil materializar los sueños.
Yo estoy sufriendo como desesperado porque me temo lo peor: que vayan a castigar a ‘Teresa’.
Pero es que ‘Teresa’ no es mala, ella sólo quería progresar. Malas, las chavas que hacen escándalos en los programas de espectáculos, las que salen en los “talk shows”.
‘Teresa’ era una mujer sin oportunidades que, si no hubiera hecho lo que hizo, jamás hubiera salido de la vecindad en la que nació.
Además, no es una asesina, no es una cualquiera, sólo es una mujer que sabe lo que quiere. ¡Y está enamorada! A lo mejor su amor es imposible, pero es puro.
Y si hablamos de sufrimientos, a ella también le ha ido como en feria en esta telenovela. ¡Cuánto no ha llorado! ¡Cuánto no ha sufrido! ¡Pobre! Ya se merece un poquito de tranquilidad.
No me castiguen a mi ‘Tere’. ¡Déjenla ser feliz!
Fuente: Impreso Milenio
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